sábado, 2 de septiembre de 2023

Las chicas están bien


Salgo del cine con la sensación de haber visto una buena película. También me ocurrió la semana pasada con Oppenheimer (Nolan, 2023), tan distinta y tan lejana. Es lo que tiene el cine. No son comparables pero a pesar de la ausencia de semejanzas ni conexiones temáticas o formales, la diversidad permite hablar de calidad artísticaLas chicas están bien (Itsaso Arana, 2023) rezuma belleza y cine. Además me genera esperanza en el futuro del séptimo arte ya que para la directora  esta es su ópera prima; hasta ahora la conocíamos como actriz en La Virgen de agosto o Tenéis que venir a verla de Jonás Trueba, entre otras.

La historia que cuenta se desarrolla en una casa en el campo donde cinco mujeres llegan para ensayar una obra de teatro. Partiendo de esta premisa simple la película avanza indagando cada uno de los personajes, cuatro actrices jóvenes (interpretadas por Bárbara Lennie, Irene Escolar, Itziar Manero, Helena Ezquerro) y una directora/escritora que es la propia Itsaso. Ellas, las actrices en la pantalla, son al mismo tiempo ellas mismas, las actrices reales que interpretan con sus propios nombres. Se juega así entre ficción y realidad, casi como si de un documental se tratase, invitando al espectador a seguir los diálogos entre ellas para conocerlas (a las mujeres en la ficción y a todas las mujeres reales que vivimos en el mundo real) y conocer sus problemáticas personales: la muerte, la maternidad, las creencias, el amor, el sexo. Todos los temas deconstruyen una ficción que aparece vestida de sedas del siglo XVII y sin embargo está presente en nuestro siglo XXI. Y además, el cuento de la princesa, un príncipe y un guisante. Y un sapo.

Acercándose al estilo de la Nouvelle vague por tener una trama basada en el diálogo constante, Itsaso nos deleita con una apuesta visual potente en cada corte, con planos que cuidan tanto la belleza como la planificación, desde la luz a la composición que resulta conceptual en sí misma. Nada sobra, nada es recargado, todo es sencillo y real. La fotografía impecable. El vestuario, las localizaciones naturales, todo es diegético en función de la historia, todo es puro y verdadero.

Además, la potente presencia de todo el elenco, no solo las protagonistas, sino también los secundarios Gonzalo Herrero, Mercedes Unzeta y la niña Julia León, otorga fuerza y sensibilidad a la narración que presenta recovecos interiores emocionando al espectador. Tan amena como encantadora es esta película que animo a ver en cines para saborearla en todo su esplendor.





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