jueves, 21 de noviembre de 2024

Cientos de ojos extrañados

“Podemos ser leídos de muchas y variadas maneras, tantas como nosotros leemos la vida propia y la ajena”
Agustín Fernández Mallo, Madre de corazón atómico, pagina147

Agustín Fernández Mallo estuvo en Zaragoza el 29 de octubre presentando su último libro, Madre de corazón atómico (Seix Barral, 2024), cuya sinopsis determina como "una apasionante novela biográfica que recorre todo un siglo a partir de la memoria familiar". El autor explicó en esa presentación desde el porqué del título —secuencia muy entrañable junto a su padre que aparece en la narración y que me regala además la melodía de un disco de Pink Floyd que hacía mucho tiempo que no escuchaba— a muchas otras secuencias que discurren con él, su padre, un hombre de ciencia, veterinario de profesión que le enseñó a vivir con extrañamiento. Esa enseñanza de ver la vida y las cosas asombrándonos de la realidad al colocar a ésta en otro punto de vista, más original, menos cómodo, más allá de lo habitual, más desautomatizado, la aplica el autor en esta narración, como propuso Víctor Shklovski, sin metáforas irreales, desde una/otra realidad sin moralinas y sin nostalgia. Con mucho amor. Desde el extrañamiento, Fernández Mallo manifiesta el amor hacia su padre.

Esa misma tarde, mientras me firmaba el ejemplar, le dije a Agustín que éste es el primero de sus libros que iba a leer, tengo en mi lista de pendientes El libro de todos los amores (Seix Barral, 2022). Al hilo de esto, un inciso/apunte egocéntrico. Esta semana, a la entrada de la Biblioteca de Aragón, en la estantería de recomendaciones estaba mi novela Cuestairse muy cerca de ese libro de Fernández Mallo, «será una señal para que lo lea enseguida», pensé, pero por encima de todo me hizo una ilusión infinita ver mi primer libro publicado junto a otro de un autor al que ya admiro tras leer su Madre de corazón atómico. El día de la presentación le anuncié que escribiría una reseña en mi blog si el libro me gustaba: «Para que gastar energía en dilapidar a quien ha puesto esfuerzo, tiempo y cariño en una obra, si no me gusta, mejor me callo y ya está», creo que le dije. Por eso, en este espacio, casi todas las entradas son positivas, como me apuntan algunos de los lectores.

Agustín Fernández Mallo en Zaragoza 29 octubre 2024

Pues aquí estoy, después de leer Madre de corazón atómico y disfrutar no solo de la lectura, sino del extrañamiento que contagia, una novela que basa su narrativa en la realidad que ha vivido el autor frente a la muerte de su padre: “la muerte es el único acontecimiento humano que, por muy repetido que sea, por mucho que de antemano sepamos que ocurrirá, siempre es totalmente nuevo” (página 48) “cuando llega nos da un colosal susto; no la entendemos”,  añade páginas después.

El hijo, se posiciona ante esa muerte, la de su padre, con extrañamiento, y aunque gire alrededor de ella, no es un libro nostálgico y triste, el autor escribe lejos del drama una narración de vida y amor. “La muerte no existe, el amor sí”, dijo el día de la presentación. También nos habló del tiempo que tuvo que transcurrir desde que comenzó a pensar esta obra y la escribió hasta su publicación, doce años. De ello también escribe en esa metaliteratura que recorre fluidamente la narración: “Escribir ficciones y morir son cosas contrapuestas (…) sólo podemos narrar aquello que vemos tan lejano que para nosotros está muerto, y allí donde acontece una muerte con total seguridad tarde o temprano aparecerá una ficción (página 51).

El autor describe algunas de las vivencias con su padre, desde su propia memoria, y otras que ocurrieron antes de nacer él, a través de un viaje por América que intenta rehacer o por los espacios, objetos y fotografías que le rodean, e incluso a través de la mirada vacía de su padre cuando comienza su deterioro cognitivo. Siempre desde el alejamiento necesario en el tiempo y en el propio extramiento. “Comencé a verle desde fuera, con menor implicación afectiva, distancia emocional que, por paradoja, me llevaba a implicarme incluso más en lo que habían sido su pasado y sus motivaciones vitales, hasta entonces ajenas a mis intereses” (página 127)

Desde una economía en el lenguaje, una corrección poética y una narración ágil y amena, Fernández Mallo abre la mente y el corazón del lector al misterio de la existencia. Es la narración de las anécdotas y los hechos lo que muestra esa filosofía vital y esa esencia de las cosas desde el extrañamiento que su padre le mostró; las cosas son siempre mucho más bellas y complejas de lo que percibimos a simple vista, y el Fernández Mallo lo muestra a través de una fórmula matemática escrita en un papel o una fotografía de dos personas lavando un coche en 1957.

Distingue el autor entre ficción y fantasía, “las buenas narraciones cuentan una verdad y media”, hay que educar el ojo para ver esa parte irreal sin caer en la ñoñería o la personificación de le mentira. Si nos extrañamos ante la verdad para descubrir ese otro punto de vista, no estamos inventando fantasía, sino que estamos viendo otra realidad que también es.

Los objetos, por ejemplo, de un muerto, aunque a veces inservibles, son la presencia (y la ausencia) de ese ser querido. “El muerto reaparecerá, se hará presente en tu vida muchas veces y de mil formas distintas”. Para el autor, la muerte no es el final, es un punto de partida. Por mi experiencia (y por mi edad), he visto morir a muchos de mis seres queridos, año tras año, funeral tras funeral, he vaciado sus habitaciones y vivido muy de cerca lo que el autor narra. Los muertos nos acompañan en cada objeto, en cada espacio, en cada fotografía, y siguen a nuestro lado. Yo siempre repito que “nadie muere mientras vive en la memoria de alguien, mientras sea recordado”. En este caso, el padre de Agustín, vive en este libro y vivirá eternamente en tanto en cuanto la química mantenga el papel en anaqueles de bibliotecas y la física o la biología permita que nuevas retinas discurran por las letras escritas, cientos de ojos extrañados que leerán una y otra vez esta obra. Hay mucho amor en el libro que se propaga en cada palabra y cada página, surge de cada reflexión y cada anécdota, bien de un viaje en busca de unas vacas y de cientos de ojos que miran a través de un pasto en Iowa, sean luego vacas o cerdos, o del niño que arrastra un cerdo durante la Guerra Civil a través de los montes de León y se hace hombre al final de la travesía. “A posteriori las cosas cobran el sentido que queramos darles. La memoria es literatura o no es” (página 22)

Y en este extrañamiento frente a la muerte de su padre, en esa búsqueda de la realidad, Agustín Fernández Mallo nos conduce también a encontrarnos un poco más a nosotros mismos. Libro muy inteligente, tierno y enriquecedor. Madre de corazón atómico (Seix barral, 2024)

Presentación en Zaragoza  Madre de corazón atómico

 
El libro de todos los amores y Cuestairse en la Biblioteca de Aragón

No hay comentarios:

Publicar un comentario