Escribir sobre películas que he visto siempre me produce una doble satisfacción: por un lado, me ayuda a asentar imágenes y conceptos, y por otro supone un nuevo visionado, esta vez no en la pantalla de cine o televisión, sino en mi propia sala de proyección, íntima y personal, esa que todos llevamos en nuestro pensamiento. Si luego publico lo escrito, la dicha es además compartida.
Hace tiempo que no he colgado ningún post cinéfilo y no es por que no haya visto películas, sino por que, como sabéis los que a menudo visitáis este blog, mis reseñas y críticas suelen ser favorables y positivas. Escribo sobre lo que me gusta, lo que creo que vale la pena destacar. Si algo no me produce un enriquecimiento o distracción o enamoramiento o guiño de algún tipo, lo dejo ahí. Para qué criticar o desmoronar un producto (libro, película, obra de teatro, etc) en el que el autor ha invertido su tiempo, su creatividad y su ilusión, ¿no?. Si no vale la pena destacarlo, pues silencio y a otra cosa.
Hoy vengo a recordar una película que vi hace unos meses y considero una joya del cine: Fallen leaves (Aki Kaurismäki, 2023). La traducción al español sería Hojas de otoño. Esta cinta finlandesa trata, desde una realidad y una delicadeza visual, el tema del alcoholismo y conceptos como la soledad, el amor, las expectativas vitales y la justicia sociolaboral. Las imágenes y la narrativa que usa Kaurismäki son poesía visual, es la plasmación del arte en el cine (aunque para él el cine no es arte) aplicado a la comedia romántica, ese género tan devaluado por su banalización al servicio del entretenimiento más comercial. En este caso, la sonrisa que nos arranca la película es tan divertida como reflexiva.
El problema del alcoholismo ya lo vimos desde otro punto de vista en Druk (Thomas Vinterberg, 2020), con un enfoque ingenioso, pero aquí, más allá del problema sociocultural, la perspectiva de salida que se propone es a través del amor, el que otorga la fuerza y motivación para salir de la adicción etílica.
Kaurismäki. desde la sencillez, nos regala una película visualmente excepcional, con una composición de planos donde nada sobra y nada falta, todo expresa y todo transmite. Si la imagen se convierte en emoción, eso es puro cine; si en la pantalla el espectador ríe y llora y al acabar la película es capaz de recordar esa sonrisa y esa lágrima, eso es puro cine. No hay diálogos superfluos; a veces el silencio transmite más que cualquier palabra sobrante o una música que no aporta diégesis a la propia historia.
Está disponible en varias plataformas, Filmin, Movistar+, AmazonPrimeVideo. Estas tardes de calor tórrido que no se puede salir a la calle, ventilador y película. Fallen leaves (Hojas de otoño) es muy buena elección. Aquí el trailer:
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