lunes, 27 de mayo de 2024

Palabras y maestros


Me gustaría escribir tan bonito como Víctor Juan y tener la milésima parte de su sabiduría. No obstante, soy una lectora voraz y apasionada, eso sí, y creo que reconozco la sensibilidad y la literatura. Él es una autor que enamora por lo que escribe y como lo escribe. En su libro Ramón Acín En cualquiera de nosotros un pedazo tuyo (Museo Pedagógico de Aragón / Fundación Ramón y Katia Acinesia, 2020) consigue que encontremos en cada pagina tanta delicadeza como conocimientos acerca de la vida de Ramón Acín. No es una biografía ni un ensayo al uso, aunque el rigor de los datos y la exposición nos lleven a pensar inicialmente eso. Es mucho más, es el intento de que, como escribiese en 1937 un alumno suyo, Paco Ponzán, en el artículo que publicó en el periódico Nuevo Aragón, perviva en cada uno de nosotros un pedazo tuyo. Ramón Acín, maestro, intelectual y artista había sido fusilado en Huesca el 6 de agosto de 1936 y pocos días después, el 23, su esposa Conchita Monrás. Dejaron dos hijas, Katia y Sol, mucho amor y mucho arte para que la tristeza no sea nunca la última palabra, como siempre afirma Víctor Juan. 


Las páginas de este libro retratan algunos episodios de la vida de Ramón Acín y Conchita Monrás desde su infancia, con su familia o su relación con los amigos (como la conocida anécdota de que cuando les tocó la lotería de Navidad Acín financió el rodaje del documental de Buñuel, Las Hurdes tierra sin pan), sus afiliaciones y compromisos con la política y la justicia, su bondad extrema y la tropelía de sus muertes prematuras e injustas. Y sobre todo, insisto, por encima de todo mucho amor, respeto, admiración, dolor, rabia, denuncia; cada página va más allá de las palabras, de la documentación y de las fotografías que componen este libro.

No me importaría haber nacido en Huesca hace solo diez o quince años para haber tenido a Víctor como maestro. Los niños que van a sus clases o a las visitas del Museo Pedagógico de Aragón que dirige, son privilegiados. Yo sé que a la edad que tengo ahora lo seguiría recordando, a él, a su poblado bigote que abriga una sonrisa generosa y sobre todo a sus explicaciones de la vida y obra de Ramón Acín, la historia de las pajaritas del parque de Huesca o el secreto que esconden las del retablo de San Úrbez en Nocito y el comienzo de sus explicaciones: Ramón Acín tenia un perro que se llamaba Tobi. La enseñanza trata de educar a niños para que cuando sean adultos apliquen los conocimientos y quede en ellos un poso, en sus valores, en su espíritu crítico y en su humanismo. Los niños y niñas de hoy son los hombres y mujeres de mañana y qué mejor manera de mejorar el mundo si en ellos queda el germen de la razón y la bondad. Por eso estoy segura que Víctor es un "mejorante" del futuro. Lo conozco poco, tan apenas hemos cruzado algunos saludos y cordialidades, pero por lo que escribe se le adivina como un maestro que ama su profesión tanto como las letras (ha publicado varias novelas, libros de cuentos y ensayos) y he manifestado mi admiración ya otras veces en este mismo blog.

En los agradecimientos de mi primera novela, esa de título extraño, Cuestairse, quise incluir a una maestra que tuve, se llamaba Carmina y estoy convencida de que a pesar de no haberla visto desde hace más de cuarenta años, gracias a ella escribí el libro, "me descubrió como amar la literatura". El amor por Ramón Acín, sus pajaritas dialogantes, su obra, anidará en el poso de los alumnos de Víctor, tal como queda en los que leemos sus libros. 

También permaneció ese respeto y amor por lo aprendido en la memoria de los niños que fueron a las clases de Antoni Benaiges, que como Ramón Acín divulgó la técnica Freinet, un método de aprendizaje para que los pequeños reflexionasen sobre  "la realidad que tenían más próxima, que es el primer paso para poder transformarla"(1) . Benaiges prometió a las niñas y niños de su escuela que los llevaría a ver el mar pero fue asesinado en 1936 en Bañuelos (Burgos) dónde estaba su escuela. Los alumnos de Antoni Benaiges no llegaron a ver el mar con él pero aprehendieron su mensaje y su espíritu crítico y más de setenta años después insistieron en que su memoria debería ser restituida. La película El maestro que prometió el mar (Patricia Font, 2023) narra esta historia.

No reblemos en continuar denunciando la barbarie déspota y la injusticia que acabaron con las vidas de tantos maestros y maestras, y otros hombres y mujeres inocentes, tan solo por enseñar en libertad y mostrar el pensamiento crítico o por no coincidir en una tendencia política. Nuestras armas son las palabras. Cómo escribió Miguel Hernández, también asesinado: "Tristes armas, si no son las palabras, tristes, tristes" Pero parece que no hemos aprendido nada en la Historia: en los informativos, una y otra vez, nos bombardean con una actualidad que arde en la injusticia y la sinrazón. Hacen falta muchos maestros como Carmina, Benaiges, Acín y Víctor Juan para que la enseñanza instruya en la antítesis de lo que no debe volver a ocurrir jamás, como intuyo que quedará en la memoria de los alumnos de Víctor que recordarán que el perro de Ramón Acín se llamaba Tobi. Ramón Acín En cualquiera de nosotros un pedazo tuyo, repleto de palabras, un imprescindible.

(1)(Víctor Juan, pág. 139 Ramón Acín En cualquiera de nosotros un pedazo tuyo)

1 comentario:

  1. Muchas gracias, querida Aurora, por tu generosidad con las cosas que escribo, por leerlas tan bien y por escribir después sobre ellas textos tan delicados como este. Un abrazo

    ResponderEliminar