"María había aprendido a amar sus rutinas; de hecho, las necesitaba para sentirse segura: la lectura de los guiones que iban llegando siempre con prisas, mirarse despacio en el espejo grande del salón, transformarse, ser otra mujer sin llegar a serlo, volver a ella y no perderse, hablar con sus muertos cuando llegaron, al amanecer, a mediodía ,todas las horas del día, interpretar".
Todas las horas del día (página 136), Clara Fuertes.
Plaza&Janés, 2022
María Casares. Un nombre de
mujer. Sí, pero… ¿quién es? Probablemente muchos de los que leéis esto no lo
sabéis. Y es injusto. Ella fue una actriz, una estupenda actriz, nacida en
Galicia en 1922 y exiliada a Francia en 1936. Allí vivió el resto de su vida,
entregada al teatro, a la morriña por su tierra lejana y a la contradicción de
amar y morir en un existencialismo que en el fondo no lo fue, por su apasionada
fidelidad a la vida, en todos sus sentidos.
María Casares es la protagonista
de Todas las horas del día, una
novela de ficción basada en su biografía que ha escrito Clara Fuertes.
Gracias, Clara por escribir esta
emotiva novela. Era necesario para dar a conocer, divulgar y restituir a esa
gran actriz que aquí, en su país natal, casi estaba en el olvido. Pero también
quiero agradecerte, Clara, la vía y la manera en que lo has hecho. Hace poco que te conozco. Me siento afortunada
porque nuestra pasión común, la literatura, jugó con el destino para hacernos coincidir
en un acto. He leído ya tus obras Agua de
limón y Mi querida Irene. En
ambas las protagonistas son mujeres. En la primera muy cercanas a ti, pero en
el resto de tus novelas te atreves a dar vida a protagonistas que forman parte
de la Historia, que no has conocido, pero que describes con fidelidad fruto de
la enorme investigación y documentación que realizas antes de ficcionar sus
vidas.
Clara, como María Casares, vive en las vidas de sus protagonistas y se funde con ellas.
Clara es una autora atrevida, por
poner voz a personajes reales. Y siempre son mujeres las protagonistas de todas
sus novelas, siempre la voz femenina, siempre interpreta sus voces con su propia
voz.
Es también curiosa y metódica,
investiga y documenta, visita los espacios dónde ellas vivieron,
como un director de cine visita las localizaciones de sus películas.
Es generosa, pues comparte con
todos nosotros, los lectores, el alma de su descubrimiento y desnuda así
también la suya propia.
Es, en su escritura, apasionada, abundan
las exclamaciones e interrogantes en los párrafos. Hay cierto barroquismo asumido
para destacar las emociones, la pasión y las dudas.
En Todas las horas del día, los soliloquios sitúan al lector en el
proscenio del recital, palabras casi poéticas, como si de la escuela romántica
viniese la autora, heredera de Béquer pero tan realista como Pardo Bazán.
María Casares amó a Albert Camus y al teatro. Eso es, en esencia, Todas las horas del día. La narración comienza de la mano de Airas, un periodista que en 1990 viaja a Francia para hacerle a la actriz una entrevista. A partir de ahí, se va desgranando la vida de María, el exilio, el amor, el existencialismo, el teatro, la pasión, el sexo, la soledad, la contradicción, los excesos, el pensamiento, pero sobre todo la libertad: “He vivido libre y libre seguiré hasta mi último aliento” (p.301).
Clara Fuertes se vale del multinarrador para hacer llegar al lector la parte más íntima de María, que habla en su propia voz recordando su amor a Camus y a Dadé, el que fue su esposo. “No hay ausencia definitiva mientras exista un solo recuerdo en el corazón”(p.80). De otra parte, la voz del periodista Airas es más ingenua pero es también la que resume la historia y el recorrido artístico de María Casares.
Y también está la parte documental, los hechos históricos relatados, la época de la guerra civil española y luego la II Guerra Mundial, que nutren la novela de ese toque didáctico que acompaña todas las obras de Clara Fuertes. Con ella siempre se aprende, siempre se conoce algo más, alguien más. Por eso, siempre, gracias, Clara.
Publicada por Plaza&Janés, Todas las horas del día podría definirse
como una novela sensible, cuidada con esmero, tanto por la autora como por el
editor Alberto Marcos. En ella la voz de María Casares se funde con la de Clara
Fuertes para deslizar al lector hacia la intimidad y la voz femenina y la
Historia más convulsa del siglo XX.
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