viernes, 23 de mayo de 2025

J. Lee Thompson y el realismo social

A John Lee Thompson (Reino Unido, 1914 - Canadá, 2002) se le recuerda casi siempre por su obra más conocida, Los cañones de Navarone (1961), con la que obtuvo dos Globos de Oro a mejor película y mejor banda original, el Oscar a Mejores Efectos especiales y otras seis nominaciones más, entre ellas la de mejor dirección, pero aquel año de 1962 arrasó el musical West Side Story (Robert Wise, Jerome Robbins, 1961) que se llevó nada más y nada menos que diez estatuillas.

Los premios son un reconocimiento siempre anhelado y siempre bienvenido, pero factores como la suerte, la oportunidad, el interés comercial y otros muchos intervienen tanto o más que la calidad de la obra en sí misma. Escribo esta afirmación no pensando precisamente en el musical que merecidamente ganó diez oscars sino en otras muchas obras relegadas, olvidadas e incluso desconocidas que bien merecerían un premio por muchas de sus características. 

Y vuelvo ahora J. Lee Thompson. Su obra, antes de esos cañones expectaculares que lo lanzaron al estrellato, se nutre de una serie de producciones previas en blanco y negro en las que experimentó su habilidad detrás de la cámara y que habría que rescatar para nuestra memoria en blanco y negro. He visto esta semana tres de esas películas (se encuentran en la plataforma Netflix) y he quedado absorta por mi desconocimiento y por la escasa difusión que tienen, más allá de los círculos cinéfilos. Por ello hoy vengo a escribir sobre ellas: Yield to the Night (1956), traducida como Mientras espera la noche, que tiene los tres primeros minutos para ver una y otra vez en bucle (trailer al final de este post), Woman in a Dressing Gown (1957) no hay versión en castellano pero sería algo así como Mujer en bata de estar por casaNo Trees in the Street (1959), tampoco existe versión en castellano, yo la traduciría como Sin árboles en la calle

Las dos últimas, podríamos calificarlas con la denominación neorrealismo británico aunque no se incluyan en ese movimiento que allí se llamó Free cinema, cuyo máximo exponente fue Ken Loach.  Un cine que nos retrorae a la pantalla en blanco y negro y que muestra drama social sin otros artificios más allá de la realidad. Thompson narra historias londinenses en un tiempo de fuerte fractura social entre las clases más desfavorecidas y las nuevas individualidades inmersas en el desarrollo del estado del bienestar. 

Yvonne Mitchell en Woman in a Dressing Gown
En Woman in a Dressing Gown hay una velada crítica al adulterio demasiado habitual en aquella época machista en la que la mujer, una vez casada, se sumía en las obligaciones del hogar para dedicarse exclusivamente al cuidado del marido y los hijos. Aunque quizás el retrato resulte exagerado, la película muestra una transformación de los personajes interpretados por Yvonne Mitchell, Anthony Quayle y Sylvia Syms que marcan un trío actoral en que el drama y el realismo social están servidos con mayor o menor acierto. J.Lee Thomson nos regala algunos planos memorables, como el que discurre bajo la lluvia que no desvelo para no hacer spoiler.

No trees in the street es también una crítica social, un drama que se desarrolla entre la miseria, el amor y el desamor, es una muestra de la sociedad más desfavorecida, de la ambición por obtener riqueza en esa época de preguerra (años cuarenta) en la que se sitúa la acción. Ese neorrealismo británico, entremezclado con cine negro, otorgan a la película una maravillosa factura, con planos muy bien cuidados una magnífica interpretación de los actores Herbert Lom, Sylvia Syms y un Melvyn Hayes capaz de trasladar al expectador y el desgarro y la disociación del propio yo. Todo en blanco y negro, luces y sombras, de clase B a clase A, como los personajes de esta historia que anhelan también una vida mejor.


Mientras espera la noche es un drama carcelario, quizás incluso un alegato contra la pena de muerte y nos lleva, de la mano de Diana Dors, a una realidad menos conocida que no por ello menos necesaria. J.Lee Thompson sitúa la cámara estratégicamente para mostrar el desasosiego y la transformación de una Diana Dors expectacular, a la que muchos llamaban la Marilyn Monroe británica. Los planos de muchas secuencias son una maestría del séptimo arte, la cámara siempre está en el lugar preciso para situar al espectador en un punto clave e introducirlo en la historia de manera que desde la butaca perciba los sentimientos del personaje y la acción que muestra la pantalla. Imperdible el arranque de la pelicula, tres minutos de puro cine 👇







Recomiendo efusivamente disfrutar de las tres películas consideradas en muchos círculos de clase B, y reinvindico a este director, J. Lee Thompson, que realizó decenas de films, unos más acertados que otros, marcando así una carrera irregular y quizás por eso haya sido relegado al olvido. Estas tres películas llevan la B de británicas,  y son de clase A.

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