Ningún periodista que se precie
debería ejercer la profesión sin el rigor
y la responsabilidad que conlleva
hacer público un hecho sin antes haberlo verificado con diversas fuentes, como
he mencionado. Hace tiempo que encuentro en las redes sociales y algunos medios
(que ni siquiera merecen el calificativo de comunicación) un periodismo del espectáculo. Es cierto
que si "perro muerde hombre" no es noticia, y que si "hombre muerde perro" sí, y, además, según como se publique, puede servir al morbo y al espectáculo. En algunas
televisiones privadas, cuyo objetivo no es ni mucho menos informar sino
entretener para conseguir más alienados que permanezcan frente a la pantalla,
prima más el objetivo económico de empresa que la versión y la realidad de los
hechos. No importa cuánto daño puedan hacer (a un famoso, a un político o a la
sociedad entera) si consiguen más beneficios. Y en política, contribuyen a aumentar la polarización y la insensatez que va in crescendo desaforadamente.
La política, que en una de sus acepciones se define como “cortesía y buen modo de portarse”, es la ciencia para el gobierno de nuestras naciones. Los políticos aspiran a ocupar cargos directivos de esta empresa (nación) que es una gran sociedad no anónima ni limitada a la que todos los ciudadanos de un país pertenecemos. Los representantes de esas instituciones deberían, además de desempeñar honesta y eficazmente su trabajo (como nos exigen a los demás en cualquier empresa) tener esa responsabilidad de “portarse bien”, entre otras consideraciones, por que se deben a la confianza que hemos depositado en ellos. Un poco de decencia, diría yo. Basta de bulos, de comprar medios de comunicación y de “desconstruir” (sí, con s), destruir y derribar al adversario para conseguir el puesto. El acoso laboral, sobre el que escribí una novela de ficción, Cuestairse (Loslibrosdelgatonegro, 2023) es lamentablemente una realidad demasiado vigente, como el acoso en los colegios (los niños imitan lo que ven hacer a sus mayores). En los últimos tiempos ha llegado a la clase política, una manera ruin de conseguir mantenerse o llegar. Esta sociedad no puede permitirse un retroceso en la democracia y caer en la trampa de lo más fácil, ni vivir en un continuo acoso de competencia ambiciosa. Desde mi independencia y desde mi tendencia política, que la tengo, claro, propongo elegancia, respeto, construir, cooperar, dialogar e incluso, si es necesario por el bien común, renunciar a intereses propios en favor del avance para TODOS no sólo para los MÍOS. Eso se llama solidaridad.
No suelo hablar ni escribir de
política, ni de los políticos. Prefiero la literatura, el cine o el
pensamiento. Pero llegados a este punto en que el mayor representante político
se ha manifestado como un hombre vulnerable (los políticos son humanos y parece que se les exige mostrarse como si no lo fuesen, siempre en positivo, agresivos, triunfadores) debo mostrar mi admiración por su
valentía al hacer público su sentir y al proponer que ESTO DEBE ACABAR. Algunos dicen que ha sido una maniobra. En cierto modo puede que sí, pero para poner ese punto y aparte tan necesario. Basta de bulos, basta de noticias interesadas y
no contrastadas, y basta de una justicia
comprada. Si en el sistema democrático que tenemos hay que cambiar la ley para conseguir más democracia, se cambia, por las vías y los medios institucionales que la legislación permita. El Consejo General del Poder Judicial
no puede ser un órgano político (o politizado).
Y el periodismo, con el que he comenzado este post, no puede ser una profesión vendida a intereses políticos
o de enriquecimiento empresarial. Los periodistas deben fiscalizar la acción
del Gobierno, claro que sí, y de quienes dirigen esta empresa que es de todos, deben publicar
aquello que informe a los ciudadanos de lo que se hace bien y de lo que no,
pero siempre, insisto, desde la veracidad
y el rigor. La FAPE (Federación de Asociaciones de Periodistas de España) debe tomar cartas en este asunto y crear algún protocolo o normativa para desacreditar a quienes (en televisión, radio, prensa o redes sociales) se dedican a la publicación irresponsable de noticias vendidas.
Hoy escribo sobre política, el arte de dialogar, de construir, de alcanzar el buen fin común.
La sociedad no es un ente abstracto, somos todos. Si cada uno denuncia el acoso
que observa y desde su pequeña parcela educa a sus hijos en el respeto y la
reflexión, iremos mejor.
Inmersos como estamos en una sociedad cada vez más individualista y neo-narcisista, tal como afirma J. Luis Sánchez Noriega, materializado con evidencia en la televisión: “juego de espejos en que ensimismarse con imágenes que devuelven nuestra realidad”, un público que mira la pantalla, la cual reclama su atención para mostrar al público que mira a la cámara porque se sabe observado por el público. Eso mismo lo podemos trasladar hoy a la nueva televisión, las redes sociales: instagram, twitter (X), tick tock o facebook. Las redes sociales diría yo que además son el quinto poder, un pseudoperiodismo peligroso donde individuos y grupos (muchas veces anónimos) divulgan pseudonoticias. Desde ahí es desde donde se está bombardeando y distribuyendo todo tipo de mentiras y barbaridades, mofas, burlas y críticas que no son tales pues están orientadas al espectáculo y al enriquecimiento personal, a ese juego de espejos, más que a la información veraz. Percibo una disfunción narcotizante y una carencia de espíritu crítico en el individuo que me traslada a la sociedad alienada de 1984 de Orwell.
Por eso, desde esas redes sociales podríamos comenzar a aplicar la sensatez y la cortesía. Comprometámonos a no contribuir en la desinformación y el acoso, a la divulgación irresponsable de burlas, críticas o noticias vagas que no hacen más que provocar el espectáculo y conducen a nuestra sociedad a un fango maloliente y asqueroso. Limpieza y elegancia, por favor. No estoy diciendo que no hay que criticar, los servidores públicos deben estar preparados para una oposición responsable y un periodismo que investigue a fondo. Fiscalizar sí, claro, vigilar también, pero con veracidad contrastada. Y crítica inteligente, respetuosa, constructiva.
#Respeto
#PolíticaResponsable
#PolíticosMásHumanos
#BastaYaDeBulos
#PorUnaJusticaDemocrática
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