Hoy todos hablan y escriben
También somos muchos los lectores
que la amábamos. No vivíamos con ella, pero ella vivía con nosotros a través de sus miles de páginas escritas. Y nos hemos quedado vacíos,
con los corazones helados, en medio de estos aires tan difíciles.
Me duele y me cabrea que se haya
ido demasiado pronto. La vida, esta vida que tenemos, es importante para poder
seguir escribiendo. Su muerte nos roba muchas historias que todavía podría
haber escrito.
He leído varios de sus libros. Quizás la admiración y la magia teclearon en mí una certeza inconsciente y la protagonista de mi primera novela se llamó Malena. Sin embargo, yo no había leído entonces Malena es un nombre de tango. El título era también conocido por una película, que yo tampoco había visto. Mi personaje tenía raíces argentinas, así que no dudé. También el título y el nombre de la autora, Almudena Grandes, aparecieron en mi texto como un guiño a esa admiración por su escritura. Por otra parte, bauticé a uno de los personajes masculinos como Santiago. Cuando terminé la escritura pensé que debía leer el libro de Almudena. No tenían nada que ver ni los protagonistas, ni la trama, ni nada. Lo mío era un intento de escribir. Lo que ella hace es pura literatura. La comparativa me resulta ahora incluso ostentosa. No es mi intención ni mucho menos. Pero observé que su protagonista masculino se llamaba Santiago. ¡Madre mía!, exclamé. No puede ser tanta casualidad. Lo cambié, claro. Mi Santiago se convirtió en Carlos.
Almudena Grandes iba a venir a Zaragoza el 19 de marzo de 2020 para presentar su última novela, La madre de Frankestein. Pero explotó la pandemia. Se
suspendió el acto. Ya no vino. Yo leí el libro. Me encandiló, como todo lo que
ella escribía. La España y la realidad social de los años cincuenta están allí. La vida y la muerte. La locura y la inteligencia. Despertó en mi la curiosidad para leer más sobre Hilde
Me quedan todavía algunos libros
por leer de sus Episodios de una guerra interminable y espero ver publicada su obra póstuma pues trabajó hasta el
final en la última novela de la sextología. Me aferro a esa literatura, a todo
lo que nos ha dejado escrito, donde su presencia será siempre eterna. Gracias
por el legado que nos dejas, Almudena.
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