jueves, 3 de abril de 2008

El veinte


El abuelo y la niña del autobús. Suben todas las tardes a la misma hora. Él la recoge del cole y le lleva la bolsita de tela verde donde seguramente por la mañana le había puesto el tentempié para el recreo. Le habla. Y habla de ella. En voz alta. Cariñoso. Dice que él le enseña a leer. Le da la merienda. Le prepara el desayuno por las mañanas y le lleva al cole, “¿verdad cariño? “Y la mira embelesado. “Salimos a las 8 y cuarto de casa, algunos días más tarde porque tarda en beberse la leche”, y se ríe. Hacen los deberes juntos. “Porque ella ya lleva cuatro libretas”. “Ya sabe leer un poquito, ¿a qué sí cariño?. Le acaricia el pelo y se lo revolotea suavemente. “Y escribir. Y los números”. “Dos cero”, dice ella mirando el panel del autobús. Y el abuelo replica: “no son dos ceros, sino un dos y un cero”. “Eso he dicho abuelo, dos cero”. “Bien, bien cariño”, dice el abuelo orgulloso. “Pasa hacia delante”, le indica con seguridad. El autobús está repleto. Voy tras ellos y sigo admirando al abuelo que cuida de su nieta con esmero, con total y absoluta dedicación. “Eso es: un dos y un cero es veinte”. Pero la niña le mira con extrañeza porqué no entiende. “¿Veinte?”. Me acerco hacia la puerta porqué he llegado a mi parada y tengo que bajar. Me quedo sin escuchar la explicación del abuelo. En la calle, con el frío azotando mis mejillas, pienso que la niña también, algún día, dejará de oir las explicaciones del abuelo. Él es ya muy mayor. Pero seguro que recordará su cariño, su sabiduría, su ternura. Eso que jamás se olvida cuando alguien que nos ha querido nos abandona. Porqué ese amor forma parte de nosotros mismos, de nuestra esencia. Giré la mirada y vi el número veinte del autobús alejándose.

1 comentario:

  1. Merce dice, por casualidad he entrado en tu blogs, me ha encantado el relato del abuelo, es muy sensible.

    si quieres leerme

    mercedescardona.blogspot.

    mesos

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