miércoles, 4 de febrero de 2015

Ucrania, tierra de frontera.

Reproduzco a continuación un texto que escribí hace casi un año... No ha cambiado mucho la situación, pues Ucrania sigue en un estado pre-bélico. Rusia manifiesta ya abiertamente sus intereses en la zona y provisiona de armamento a los "separatistas pro-rusos" (es así como se les denomina en los informativos de televisión). Lo único que parece haber tomado otro sentido es la actuación internacional en el conflicto. La diplomacia ha fallado.  Existe, además,  una apatía fría, encabezada por EE.UU que insiste en la no intervención y no proporciona recursos armamentísticos ni tropas de apoyo al gobierno de Kiev. Lo demás, parece seguir igual que hace un año, pero con cientos de desplazados, heridos y fallecidos en estos doce meses. Nosotros, desde aquí, escuchamos los informativos... y nos parece que Ucrania queda todavía muy lejos. Como si no existiera...Por eso he creído oportuno publicar en el blog aquel texto de hace un año. Las últimas noticias, apuntan a que finalmente el conflicto estalla.

"A finales de los setenta, cuando yo estudiaba BUP, Ucrania no existía en los libros de texto. Ni Moldavia, Letonia o Lituania. Aunque sí Rusia, como parte de la URSS. Incluso, de manera coloquial, se identificaba a la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) como Rusia, denominando al todo por la parte. Tengo una compañera de trabajo que es rusa. El otro día le pregunté por el conflicto de Ucrania. Me contestó que Kiev, la capital, es el núcleo primigenio de Rusia, y me habló del Rus de Kiev, el estado ruso antiguo de los eslavos orientales en el siglo XI. “Rusia nació en Kiev”, aseveró Natalia. Y luego añadió: “Ucrania no existe, es una creación posterior. Sólo existe la Rusia”. Le puso a su país el artículo femenino determinado, como si el subconsciente le dictase delimitar la Rusia, la que ella conoció, la Rusia de la URSS, la de la guerra fría, la que denominaba al todo por la parte. Luego continuó diciendo que ahora “todo el mundo mete las narices por sus propios intereses”, refiriéndose a EE. UU y la UE.

Imagen:http://go.hrw.com/atlas/span_htm/ukraine.htm

Lo cierto es que los enfrentamientos que comenzaron como algo local y de índole interna, que parecía étnica, se han convertido en una batalla internacional, diplomática y política que algunos califican ya como los preliminares de la III Guerra Mundial. Lejos de conceptualizaciones apocalípticas, la realidad mediática que nos llega es de imágenes pre-bélicas, hombres armados en la calle y decenas de víctimas civiles.
Ucrania fue, junto a Bielorrusia y Transcaucasia, uno de los primeros territorios que en 1922 constituyeron la URSS. Esas nacionalidades tenían derecho de autodeterminación, tal como Lenin proclamó, y se constituían en una federación de repúblicas autónomas. Hasta 1991 formó parte de la URSS.
Según Natalia K., mi compañera de trabajo rusa, muchos ucranianos hablan el ruso y se consideran rusos. Durante siglos Ucrania ha estado vinculada a Rusia, desde que en 1478 Iván III comenzó la expansión del ducado de Moscú al asumir el título de Zar de Rusia.

Los habitantes de Crimea, donde el conflicto se hizo patente en marzo, no se consideran ucranianos, sino rusos. La península fue anexionada a Ucrania en 1954 cuando Kruschev conmemoró el 300 aniversario de unión entre rusos y ucranianos. En los noventa, tras la caída del muro de Berlín, ya supuso un foco de tensión étnica y en 1992 se declaró ilegal la anexión de 1954. Paradójicamente, lo que Kruschev ejecutó como un signo de unión es todavía hoy motivo de enfrentamiento.
Pero en este conflicto actual se adivinan otros intereses. Crimea, tiene una ubicación estratégica: el estrecho de Kerch es la única salida marítima de Rusia por el sur. Ucrania es además el país por donde discurren las tuberías que abastecen a Europa del gas ruso. En “la crisis del gas”(2009) el suministro se paralizó durante 15 días y Europa estuvo a punto de congelarse. En el Donbass, el otro punto de tensión, se encuentran los principales yacimientos de carbón de Europa, además de hierro, mercurio y uranio. Esa parte oriental del país, cuyos habitantes hablan ruso y mira hacia Rusia. Mientras, en la parte occidental, donde está la capital Kiev, se lucha por la integración total en Europa. Ucrania, en el idioma eslavo, significa “tierra de frontera”, aunque en ucraniano moderno se traduce como “país”. Lo viejo y lo nuevo, anacrónico en el lenguaje pero de máxima actualidad en ambos significados.

Otro detalle a tener en cuenta en este conflicto es que muchos ucranianos todavía tienen en su memoria la gran hambruna y los millones de muertos de los años treinta, como consecuencia de las políticas de Stalin, que abandonó al campesinado a una escasez de suministros. El odio hacia la Rusia germinó desde entonces en la población rural, en la actualidad de mayoría ucranio-parlante.
El hecho es que, tras la disolución de la URSS en 1991 los habitantes de Ucrania votaron su independencia y se constituyó lo que hoy es un país independiente, con parlamento democrático. ¿Por qué ahora surge el conflicto? Además de los anteriores precedentes históricos, hay que considerar otros aspectos más recientes. Cuando Yanukóvich, primer ministro ucraniano, ganó las elecciones en 2004 con el apoyo de la Rusia de Putin, el candidato de la oposición, Yúshchenko, fue envenado con dioxinas (posteriormente se atribuyó el hecho a los servicios secretos que querían dejar el paso libre a Yanukóvich). Hubo una protesta pública enfrentando al pueblo ucraniano; entonces los ruso-parlantes del este amenazaron con seccionarse imponiendo un estado autónomo.
A finales de 2013 miles de ucranianos se manifestaron en la plaza Independencia de Kiev para rechazar las políticas rusas del presidente Yanukóvich. Tras una fuerte represión policial, la destrucción del monumento a Lenin por parte de los europeístas y 98 muertos, el Euromaidán (es así como se denominó a las protestas) finalizó con la destitución de Yanukóvich que se exilió a Rusia. Se formó un gobierno provisional claramente europeísta y en las regiones pro-rusas, como Crimea o Donetsk comenzaron las protestas ciudadanas.
En marzo(2014), el Consejo Superior de la República de Crimea (un estado no reconocido pero amparado en la declaración unilateral de independencia) votó a favor de, anexarse a Rusia, la que mi compañera Natalia K. denomina la Rusia, y un referéndum popular lo avaló por el 95,7%. La comunidad internacional no reconoce el referéndum y acusa a Rusia de “aprovecharse de la situación”. En Donetsk, también se ha celebrado esta semana un referéndum (no reconocido tampoco internacionalmente y con escasas garantías de transparencia democrática) para creación de una república independiente. El resultado mayoritario ha sido a favor del retorno a la antigua Novarrusia zarista. Putin, presidente Ruso, partidario de la “reunificación rusa”, juega con sus declaraciones afirmando y contradiciendo, mientras Obama, presidente norteamericano, desconfía, como en los años sesenta hiciese Kennedy o en los setenta Nixon, de todo lo que viene de Rusia. Cuando ya creíamos que la Guerra Fría estaba totalmente congelada, se están calentando los motores de los tanques y los aviones, y la mecha de la bomba está casi encendida. Evitar que explote es lo que la diplomacia y la política intentan. Pero los intereses geopolíticos y económicos amenazan ubicando estratégicamente más bombas. Vuelvo al inicio de esta reflexión. Durante la Guerra Fría Ucrania no existía, pero sí Rusia. Ahora parece que Ucrania puede dejar de existir. Pero no Rusia. Ucrania es terreno fronterizo. Su propio nombre lo indica. Las fronteras se mueven delimitando territorios y cercando libertades. Lo que puede ocurrir en el proceso es que se lleve por delante cientos, miles o millones de muertos, militares y civiles. En una guerra que no debería estallar" . Abril 2014.

Foto.Roman Pilipey. EFE. Extraída de http://www.elmundo.es/internacional/2015/02/03/54cfd403268e3ec2138b456f.html