Literatura, cine, pensamiento...cultura al fin y al cabo.
lunes, 29 de abril de 2024
Viaje a la ficción en el hemisferio sur (III)
Día 3. Después de dos días vertiginosos necesitamos reposar. En realidad la propuesta es mía pues hoy es el día de la presentación de Cuestairse, motivo inicial del viaje: llevar mi novela a La Paloma, lugar donde comienza y acaba la historia. Ya ni me acuerdo del jet lag, pero preciso tranquilidad y reflexión, pensar las emociones y las palabras. Soy novel en esto, tan sólo he presentado el libro tres veces antes de cruzar el océano y quiero hacerlo lo mejor posible.
Así que me quedo toda la mañana en el hotel. Hay una piscina donde refrescarse y paz absoluta en el jardín. Ambiente tropical, calor. 24 de enero. Es la primera vez que visito el verano en invierno. Revisamos con Inés las ideas para el evento de la tarde. Ella será quien me presente, es de aquí y ha sido la instigadora para hacer posible este sueño.
Descubro que los versos escritos en la pizarra junto a la piscina corresponden a la letra de Un lugar de medio locos, una canción que habla de Uruguay y de La Paloma. La busco en internet. La canta Florencia Nuñez y la corean también nuestros amigos uruguayos cuando nos vienen a buscar con el coche. Parece que todos la conocen en La Paloma, les identifica (Incluyo el enlace Youtube al final de este post para que podáis escucharla).
Complejo Anaconda
Nos espera un delicioso asado uruguayo. El asado es una religión en Uruguay, como en Argentina. No hay vivienda que no disponga de su rincón para el asado, una infraestructura bien diseñada para guardar la leña, encender el fuego y trocear las carnes. La parrilla. Si no hay parrilla no hay hogar en Uruguay. Incluso cuando vayamos luego a Montevideo podremos encontrar parrilla en el jardín del bloque de apartamentos. El surtido de carnes es diverso: Chorizo (ellos le
llaman así a lo que aquí sería la longaniza, más o menos, pues no lleva
pimentón), mollejas (la glándulas salivales de la ternera). Y ternera, claro, Tira de asado, un corte especial muy
jugoso. Hay carne de dos variedades: de novillo y otra que no recuerdo el nombre, pero que es también de vaca.
Competimos en opinar cual era más tierna.
¡Qué buen ambiente en el jardín de mis
amigos! Lo más emocionante es que estamos en el lugar real que da título a la novela, Cuestairse. Existe, si. Lo explico en todas las presentaciones del libro, es real. Qué emoción acariciar el cartel de madera que preside la casa. Cuestairse, una realidad hecha ficción y ahora una ficción que se vuelve real.
Nos hacemos fotos, con mi familia, con la familia de mis amigos anfitriones, mi
familia con su familia, las familias con amigos, fotos y recuerdos de alegría
que perdurarán mucho tiempo. Familia, literatura y vida.
Y olor a leña, a hogar, que
impregna las sombras del mediodía que buscamos para aliviar el calor
veraniego. Vuelvo a la playa de La Balconada, allí al lado de la casa. Es como estar
redactando el inicio de la novela aunque yo ubiqué esa casa inventada justo en la arena frente al mar. No me canso de mirar a la izquierda, el
faro a lo lejos, la misma foto de la cubierta del libro. Y yo allí. Gracias Literatura. Gracias vida. Recuerdo algunos versos de Alberti en Marinero en tierra: "¡Alegría! Ya la mar está a la vista"
Llega la tarde. Es la hora de la presentación del libro. Qué nervios. Qué
emoción. Junto al faro, como si su sombra quisiera arroparme. La biblioteca está cerquita. Hablo de cómo Malena sufre acoso laboral y fija su horizonte en ese faro del Cabo de Santa María, en
ese mar, que son todos los mares, como el Mediterráneo que su abuelo Joan tuvo
que abandonar. Y cuento la historia. Y hablo de las idas y las venidas de su
familia. Y de la esperanza: Convertir la debilidad en fortaleza y que de la
amenaza surja una oportunidad. Los lectores y lectoras uruguayos escuchan atentos.
Me
preguntan cómo se me ocurrió escribir sobre La Paloma y cómo pude describir los espacios sin haber estado allí. Vuelvo a explicar lo que digo en todas presentaciones: fue gracias al muñequito de Google, pero sobre todo a la emoción que me transmitió Inés, su amor por el
lugar. Aunque también bromeo de que, en el fondo, es Malena, la protagonista en la ficción, el personaje, quien describe, no el autor, es ella la que fija
ese horizonte. Los personajes llevan la historia más allá de lo que el autor
presume, toman vida propia y conducen las emociones.
Firmo libros a nuevos
lectores que son ya amigos.
Les aseguro que cuesta irse de este lugar y me va a costar mucho, como a Malena.
Luego, en una mesa larga repleta de amigos
y familia, celebramos la literatura y la vida. El restaurante, Naranja Lima, en el mismo jardín del resort Anaconda, como no, cerquita de la playa del mismo nombre. Muy recomendable si alguno de vosotros se acerca a La Paloma. Brindamos con vino blanco, uruguayo, buenísimo. No se puede ser más feliz.
P.D; Sé que estos posts-crónica del viaje son extensos. Reconozco que no me corto en contar mis impresiones. También sé que en la actualidad no se lleva escribir largas entradas, que la inmediatez exige concentrar los textos y brevedad en la información para pasar pronto a otro post. Yo, que soy del siglo XX, aconsejo parar un poco. Leer despacio y disfrutar del viaje. Si abres el post y como lector o lectora ves que en ese momento no tienes tiempo (ya escribiré en otro momento sobre la prioridad en la distribución de nuestros tiempos), déjalo para más tarde. La longitud es la que es y cada estilo, cada momento y cada tema tienen sus propios tiempos. Esta crónica tiene su propio cronos.
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