martes, 19 de mayo de 2020

Cambios de planes en positivo



Hoy estaríamos regresando de Croacia. Pula, Krk, Plitvice, Zádar, Dubrovnick… Otra vez será. Solemos viajar en las dos primeras semanas de mayo, y siempre cuelgo en Facebook fotos que ahora me aparecen todos los días en mi perfil recordándome lugares y momentos maravillosos. Más allá de los vuelos cancelados y las anulaciones de las reservas de alojamientos, esta pandemia ha cambiado nuestros planes y ha restringido nuestros movimientos para evitar la difusión del virus Covid-19. Personalmente llevo ya confinada 67 días, uno mas desde que comenzó el estado de alarma, y sin salir a pasear aunque en el municipio donde me encuentro ya se puede desde el 2 de mayo. Y es que, precisamente ese día, pasé por el quirófano por una urgencia que me sobrevino (no coronavirus). Lenta recuperación desde entonces en la que me resultaba imposible hacer nada, ni ver cine, ni leer, ni escribir tampoco. Veo la última entrada de este blog que se titula Nunca pasa nada y hablaba también de confinamiento y cine. A veces el orden de las cosas se precipita. Hoy, casi un mes después, con un día espléndido y la primavera ya avanzada, creo que finalmente podré salir a estirar un poco las piernas. Y agradezco, a pesar de todo, a la vida, que pueda hacerlo. Igual que le agradezco que me permita escribir estas líneas, no sin cierta dificultad. Pero quejarse no lleva a ninguna parte, sino al estado más negativo al que podríamos llegar.

Lamentarse por lo que se podría haber hecho tampoco. No he podido ver ni leer pero sí escuchar. Protestar es un derecho, claro que sí, pero hacerlo para sacar rédito político me parece poco ético y amoral, por calificarlo de una manera educada. Me indignan algunas conductas. Y algunos discursos; utilizar los casi 28.000 fallecidos en nuestro país como arma arrojadiza es ruin. Yo creo en la buena voluntad de las personas y todos cometemos errores, más aún cuando nos enfrentamos a lo desconocido. Estamos en una situación que jamás hubiésemos deseado y algunas películas que calificábamos de fantásticas imaginaban como Contagio (Steven Soderbergh, 2011).  Pero la ficción se ha convertido en realidad y toca asumirlo y trabajar juntos. Cada uno desde su pequeñita parcela. La mía, en estos momentos de convalecencia, es escasa. Así que lo único que puedo aportar es el consejo de ser respetuosos, generosos, positivos y muy prudentes en nuestras salidas, en nuestras acciones cotidianas. Saquemos esa buena voluntad en la que creo; trabajemos juntos para afrontar cada una de las fases. Esa nueva normalidad que nos espera será diferente y no podemos pretender volver a vivir enseguida como lo hacíamos en la primavera y el verano del 2019. Asumir y entender eso será parte de la recuperación de toda la sociedad y lo más útil para que no surjan nuevos brotes que puedan paralizar de nuevo nuestro sistema sanitario. Todos hemos de aprender de esto y ser positivos en nuestra responsabilidad social, que comienza con nuestra responsabilidad individual. Y austeridad, tan olvidada en nuestra sociedad de consumo globalizada. Ella debe ser una de nuestras mejores aliadas. Austeridad en todos los sentidos. Como un modelo y método que acompañe nuestras acciones, nuestros movimientos, nuestras declaraciones. Que no es lo mismo que resignación. Hay que moverse, sí, en todos los aspectos sociales, económicos, culturales, etc.

Y Croacia estará ahí dentro de un año, o de dos, o de tres. Seguro que en algún momento podremos visitarla y esta guía que adquirimos en febrero para organizar el viaje seguirá en mi estantería, como un recordatorio de lo que podemos y debemos hacer y no hacer. En positivo.