jueves, 17 de agosto de 2017

Las Ramblas que yo quiero

Escribo esto en caliente, con el estupor de haberme enterado casi en directo vía twitter del atentado en las Ramblas de Barcelona. Llevo tres horas pegada a la radio y la televisión y con el móvil recopilando información. Dolor. Rabia. Tristeza. Cabreo descomunal.

Barcelona es la ciudad donde nací y crecí. Las Ramblas,  mis Ramblas, las de todos,  han sido atacadas. Hay víctimas, que es lo más doloroso. Pero la rabia de sentir una violación del espacio es también inenarrable. Las Ramblas, ese paseo o pasaje o rambla multicultural, símbolo de libertad

Las Ramblas donde los enamorados compran flores, donde se celebran los triunfos deportivos, donde se concentran miles de turistas, donde se dibujan retratos y se pasea de día y de noche. Han atentado contra nuestra libertad bajo el escudo de la sinrazón. Y no sabemos como acabar con esto. Ni los ciudadanos de a pie ni los que manejan los hilos de nuestros gobiernos. Porqué si lo saben y no hacen nada, es todavía más incomprensible. Niza, Berlín, Londres... ahora Barcelona. ¿Cuántos muertos más? ¿Cuántas violaciones más? ¿Cuántos silencios, ejercicios de condena y protestas más? 
Las Ramblas de Barcelona. Febrero 2015. Fotografía: Aurora Pinto.
No aporto nada nuevo, lo sé. Y es egoísta confesar que cuánto más cerca ocurre más percibes la violación del espacio y la libertad. Y aunque el dolor por las víctimas sea el mismo te aseguras que tus amigos, conocidos o familiares se encuentren bien. Lo primero que he hecho ha sido contactar con ellos. Lo segundo intentar no cultivar el odio. Y llenar de nuevo de vida las Ramblas de Barcelona con mi imaginación. Con la multiculturalidad que las caracteriza, símbolo de una ciudad cosmopolita y espacio de libertad. 

Un abrazo para los familiares de las víctimas y una reflexión para educar a quienes no respetan la vida. Algo habrá que hacer para conseguir vivir en paz de una vez.